lunes, 11 de marzo de 2019

¿Quién sos para no soñar?

No sé si sabés,
pero a mi me gusta así:
lo delirante de tu cabeza
de mí cabeza.
Sin ley, ni de gravedad ni ninguna otra.
Como cuando saltás entre escenas
y la cosa sigue, como si nada,
o como si todo.
¿Viste como cuando te caés, y caés,
y al final nunca te pasa nada?
Cuando abrís los ojos es igual.
No te mata.
¡dejate soñar!

Pensate así:
pegate un salto de la nieve
a la luna
que tanto te gusta.
Y ese que vuela,
ese sos vos,
si no tuvieras miedo
si no tuvieras peso
si no tuvieras freno.

Yo entiendo,
pasa que algunas cosas,
hay que sentirlas para saber que existen,
que se pueden.
Fácil, no es.
Pero imposible tampoco.
También... podés empezar por creerme:
lo nuestro es volar.

Lo que yo te digo,
pará un poco
con todo lo que creés que creés
o lo que creés que querés.
Y encendete,
que si vos ardés, no te quema.
Soñá, que
todo es posible,
infinito,
no hay límites
ni control.

Y cuando despiertes,
y veas que había algo raro...
pensá que ese dormido también
sos vos.
¡sos todo tu universo dentro de esa piel!

A ver,
lo que te quiero decir,
es que si te dejás,
si me dejás,
si te animás
a sacarlo,
o nomás dejarlo salir
de la noche,
o del alma
o donde lo tengas escondido,
acá despiertos también se puede.

Lo que te quiero decir,
es que si soñás,
el universo se abre
para los dos.








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