sábado, 30 de mayo de 2015

Los vientos

Just a fool to believe
I have anything she needs
She's like the wind
Están quienes forman el paisaje y quienes quieren conocerlo,
quienes quieren que la suerte o el trabajo, o las ganas o la fortuna, 
los lleve una vez en la vida a las ruinas, otra vez a las ciudades,
alguna vez al trópico y otra vez a los hielos polares;
que lo desean fuerte, rezan, proyectan,
y toman cada mínimo paso como un viaje, 
queriendo creer que los cortos caminos cotidianos, caminos de tierra, calles comunes,
los llevarán a las alfombras rojas, o a caminos ancestrales, 
a etapas nuevas y amores grandes.
Sueñan despiertos, y ponen música de fondo a la vida, 
una vida de la que no tienen una imagen, sino una idea cambiante
porque todo lo que quieren no cabe en un retrato,
no cabe entre paredes y un techo,
no les cabe ni siquiera en el pecho;
como en eterna huida,
incluso volver es ir adelante.
Conocen paisajes, y gentes de vidas fotografiadas, y a veces a otros vientos;
hombres - árbol que enraizan tan profundo que no los pueden seguir, 
mujeres - ave, que con el frío vuelven a de donde nunca se van a ir,
seres en sombras, en colores, de tonos sepia,
personas de barro, algunas de fuego, otros de piedra.
Y los vientos pasan, conocen y aman esos paisajes, 
los quieren llevar, o a veces se quieren quedar, pero no pueden.
Porque son viento, la quietud es la muerte,
y para su pena o su suerte
la condena de los vientos es desparramar las fotos, 
deshojar los árboles, volar cabelleras, cantar cantos remotos,
son tormentas sobre las que se habla y recuerdan siempre, cada estación, 
son temporadas arrasantes, son pinceladas,
son un gesto, una palabra, un batir de alas.
Los vientos son científicos y artistas, 
dibujan sinos entrelazados con los pasos cuando bailan
y cuentan las horas para irse del sitio donde están y volver al que dejaron;
su vida es oximoron, 
viven con el corazón partido entre los pasados que no pueden olvidar, 
y los futuros a los que quieren llegar, 
viven anhelando decir lo que saben y oir lo que no saben, 
extrañan hasta morir un poco todos los días, 
pero aman tanto que irremediablemente reviven, aunque no quieran.
Los vientos recuerdan todo cuanto pueden, 
quieren todo lo que recuerdan,
pero el mundo los llama, y el sur grita por el viento del norte,
y los vientos de mar suben a la montaña,
y allí a donde van, se llevan una hoja del árbol, una pluma del ave, 
un poco de barro, el calor del fuego, arrastran guijarros,
y con las aguas que conocen, 
con los caminos que andan, 
con las palabras que se llevan, 
arman vidas con forma de cuentos o canciones, 
con forma de sueños o conversaciones, 
y no tienen un pasado, si no una historia, 
no futuro, si no un destino que añoran.
A los vientos no los conocen, los recuerdan, 
no los extrañan, los esperan.
Son amigos, y amantes,
desconocidos o errantes,
son oxígeno, son vida, un momento,
los vientos son aire, en movimiento.




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