martes, 28 de agosto de 2012

Testimonio

Tic tac, otro kilómetro del segundero
Espero, respiro, vivo, y te veo,
Y así un momento...

Ando, miro, escucho, leo, siento
Entre el rugido del mundo, tus verbos,
Y así nace otro cuento.

Dices, miras, nombras una estrella
Entiendo el arte, el miedo, la rebelión
Y así una canción.

Sed de vos, sueño o razón
No te vi hoy, te extraño, me pierdo
Y así otra lágrima del corazón.

Tiene conexión, una clave, un sol
Te tiene a vos, tu voz, este, mi mundo
Y cuanto de imaginación.

Descerrajando ego y ambición
Doy mi aplauso, risa, orgullo y pasión
Y para tu vida el deseo mejor.      

Sé del sabor cuando quema el fuego
No te veo, no sé, no acierto.
Y así estoico, un árbol muerto por dentro.

Tic Tac, pasa el día, el mundo, el viento
pasa, me paro, me aferro, te vas, te quiero
Y así , así todo el tiempo.



domingo, 19 de agosto de 2012

Ida, vida y vuelta

Tenía kilómetros de tiempo por delante,
vendía ilusiones al mejor postor,
balbuceaba algunas falsas verdades,
confundía todo con amor.
Tenía una idea de mañana,
igual era que sol se alzara o muriera
algunas palabras vanas,
y nada de mí que yo supiera.
Mis primeras frases sin sentido,
lágrimas dulces, limpia la voz,
el río, el mismo dos días seguidos,
ignoraba lo implacable del reloj.

Un día sopló una brisa niña,
entró con ella el ángel de los sinos,
tomó mi mano -ven, camina,
y al voltear, ya me había ido.
¿Y dónde se fue todo aquello?
Todas las vidas son del tiempo.
Lo que era bueno, cierto, bello,
todo vino y voló,
todo un soplo del viento.
Ya esa tarde es un cuento
las caricias un regalo viejo
ya una risa es recuerdo
era todo, ya es fragmento.

No es hoy acaso el mundo nuevo,
si cada mañana otro sol me llama,
si otro río cada segundo me baña,
es que antes no miraba lo que ahora veo.
Nos apura el invierno, la locura
el calendario es enseguida viejo,
las fórmulas de siempre no resultan,
¿soy yo en el espejo?.

Ahora mírame, te veo
yo también buscaba volver,
hoy seré tu brisa, tu viento
tu ángel, tu reflejo,
te ayudaré a ver.
Allí están los niños que fuimos
aquí estos peregrinos,
allí los futuros que soñamos
aquí los que hoy vivimos.
De tu mano ya no temo,
de mi mano eres libre,
a tu lado ya no anhelo,
a mi lado sólo ríes.

Ya estamos aprendiendo,
somos esto que tenemos,
estas manos juntas, una vida, un tiempo
todo desde antes, desde cero
un recuerdo, un amor, un beso,
Ya vamos volviendo,
juntos, despeinados, viviendo,
siendo un poco ángel,
siendo un poco viento.
















domingo, 12 de agosto de 2012

La Dama


LA DAMA (La Plata)
¡Ah! A veces las grandes ciudades tienen más líneas de colectivos que emociones… pero esta ciudad tiene sentimientos. Y colectivos, y taxis, si, pero esta ciudad siente como mujer. Recuerdo cuando, como buena mujer, abrió sus puertas una vez, ¡ay que calor hacía ese día! El horizonte recortado por el concreto y pincelado de gris, el aire caliente, y esta mujer me dejó entrar, y me puso una mano en el hombro como una mamá. Un taxista no quiso llevarme, tu valija es muy grande, me arruinás el tapizado, pero ella dejó que yo conservara el  equipaje más grande que traía, mi sueño. Yo te ayudo a cumplirlo, me dijo, en medio de un bocinazo, y me advirtió con el rojo del semáforo que las mujeres nunca se despiertan iguales dos días seguidos, y es verdad, porque algunos días esta ciudad se despierta niña, traviesa, y me esconde las ganas, y la fuerza, y la voluntad, y se encapricha y  deja relojes y zapatillas y boletos de colectivo tirados en el piso y me hace tropezar muchas veces. Pero la perdono, porque hay otras tardes en que es una amiga, y me presenta gente, otros huéspedes como yo, y nos ceba unos mates y hace que conversemos de ese sueño que trajimos hace algunos años. Hay que verla cuando se viste de gala, se pone tacos, se pinta la boca, y me lleva a pasear por la noche, y al día siguiente se levanta conmigo con el maquillaje corrido y juntas nos acordamos de las luces, juntamos los vasos, y nos reímos con sonrisas pícaras, ¡qué buena noche!. Los peores días son cuando se despierta gris, a ese humor no hay con qué darle, y llueve, y a veces hasta tira piedras, y me moja el sueño. ¡Para qué estoy acá!, y me canso, y estoy perdida, encima hay viento,  llueve, y ya que está lloramos las dos. Pero esta mujer es impredecible, y sin previo aviso, se corren las nubes, y la humedad mata, muerden los mosquitos, ¡pero a vos nada te cae bien!, aunque como buena anfitriona me rescata el sueño, aquél primer sueño que se estaba escurriendo por el rio que se formó en el cordón de la vereda para que lo seque al sol, y lo mire un rato como se mece al compás de algún recuerdo que canturrea, y me acuerde de cómo me sentía el primer día de nuestra convivencia. Entonces  abro la ventana,  pongo música, y caliento el agua. Sabe cómo ser mi hermana de nuevo, que se sienta conmigo a leer. ¿Y cuando se enamora? Ay, ahí sí que la desconozco, es temprano, hoy termino este capítulo, quizás mañana le vea y pueda hablarle, ¿ya es de noche? y el resumen es una mancha amarillo flúo, no sé qué leí, y las horas se van volando en estrategias e interpretaciones con la chica de la habitación de al lado (me acuerdo que la ciudad me la presentó un día en un recreo…qué buen día aquél), bueno, vamos a dormir, y caray, ¿son las 3 de la mañana, ya?, mañana te jugás todo. Pero pasa que  cuando no le digo nada, todo sucede al revés. Encima empiezo a extrañar, y la que se levanta triste, malhumorada y gris soy yo, pero ella me alcanza un pañuelo, y reconozco la suerte de haber conocido a otros como yo, ay hermanos, necesito hablar, y las penas se hacen amenas por horas, me dicen lo que no quiero escuchar, y me secan las lágrimas, cuando se van yo la miro a esta ciudad por la ventana y le agradezco con un gesto. Aunque cuando se queda dormida es lo peor, porque generalmente se queda durmiendo los domingos, y encima parece que todos los demás se duermen también, y la calle está vacía, todo está como muerto, la distancia a casa crece, y asoma la melancolía y la música que invita a las lágrimas a humedecer las pestañas, ¡que sueño pesado que tiene! , a veces le dura hasta el lunes, y yo acá desvelada. Y cuando es de noche, tarde, tengo que leer tanto… no tengo ganas, quiero dormir, quiero que todo pase, a veces la soledad se hace la compañía peor. Pero ella, que ya pasó por eso muchas veces, me hace un café caliente, y me anima: “vos podés” y se queda despierta conmigo. Definitivamente, la cara más emocionante de esta ciudad de las mil caras,  es cuando se transforma en musa, y vuelan las palabras entre amigos recordando paisajes por visitar y cumpliendo sueños por soñar.
Cuando sólo me acompaño yo, recuerdo que en el cajón guardo las hojas en blanco, y yo me siento tranquila, la ciudad inspira, dibujo, escribo…, y el mundo se ordena entonces... porque yo también soy mujer, las dos, la ciudad y yo somos mujeres, y ella me entiende, y yo la mayoría de las veces también. Y cuando no, tampoco importa, es como una madre, como una hermana, como una amiga, porque está siempre susurrando: quedate tranquila, yo tengo guardado el sueño. Si el día pesa tanto que aplasta el sueño, me lo deja entrever entre la desazón, hasta que  nos entendemos de nuevo, y me palmea la espalda…vamos, a vivir el ilusión, que vale la pena, dicen. Ella me ayuda, no importan los mosquitos, ni las baldosas sueltas, ni el tiempo, que nunca va al mismo ritmo dos días seguidos. Me alberga una anfitriona de oro, inolvidable. El día que cumpla este primer sueño, va a venir otro, y siempre que me olvide algo en una esquina de la memoria, una ventana me devolverá a esta ciudad, que con sus ojos de mujer me mostrará una y otra vez el mundo que quiero volver a ver.