De vez en cuando encuentra un momento
para entender lo que el silencio
tiene que decir.
Cuando todo se calla,
cuando todos se han ido,
cuando ella misma se ha ido de sí.
No importa si se siente viva,
o si cae rendida,
es un instante tan suyo
tan suyo como la forma que tiene de mirar
que cuando llega
uno a otro no se dejan escapar.
Sola, sola completamente
sin hora, sin día, sin etiqueta,
y sola de verdad,
no sola bajo la mirada de la gente,
que es peor, y frecuente,
la forma más amarga de soledad.
Y baila, y rie, y llora
todo lo que no ha bailado, llorado, ni reido
desde la última vez
que hizo lo que sintió.
Y piensa, no porque piense en pensar,
porque cuando la única realidad
acaba en la punta de las manos,
y no hay nada que ver ni analizar,
todo el cuerpo se pone a pensar.
Y entiende algo, y pasa lo que pasa,
cuando algo parecido a una respuesta viene,
coloreando algún interrogante transparente
todo lo conocido tiene nueva forma
y un sentido diferente.
Así, cada vez que es libre,
pero libre sin tener que demostrarlo,
todo lo que quiere lo recuerda,
y hasta lo que no quiere también,
pero puede elegir cuáles de esas cosas
no sirven de nada ya,
y por cuáles va a pelear al despertar.
Porque es como un sueño,
pero mejor porque éste lo recordará.
Nadie la ve,
y se despoja de su piel,
de su perfume y de su postura,
se redescubre en el espejo,
y recuerda qué es lo que quiere de verdad.
Y en el reflejo ve los miedos,
que cuando está por allí cumpliendo,
la acosan pero no los puede mirar.
Ahora si, y les habla, sabe que tiene que aprender,
y sonrie porque cree que va a poder
Y siente, siente de la peor y mejor manera,
que es la más difícil,
porque es la de verdad.
Y no tiene que consensuar que es real y qué sueño,
porque nadie la ve ni la oye ni la juzga,
y no importa ni su amor ni su enemigo,
importa lo que crea,
lo que vea,
o más aún, lo que no quiera ver.
Se envuelve en su música,
que se vuelve su voz,
y la cara y el cansancio se desdibujan
y tiene todas las edades a la vez.
Es y deja de ser
se adueña de su vida, y no al revés.
En ningún otro momento
es más ella misma,
que cuando deja de pensar en quién es.
De vez en cuando pasa,
de vez en cuando vive el sueño,
de vez en cuando deja de ser.